viernes, 29 de agosto de 2008

Dato Curioso: la tormenta de Santa Rosa





A nivel popular, en fechas cercanas al 30 de agosto de cada año, se suele esperar la ocurrencia de una fuerte tormenta a la que se denomina comúnmente "Tormenta de Santa Rosa", en coincidencia con la festividad de Santa Rosa de Lima, Patrona de la Iglesia Católica de Lima, de Hispanoamérica, de las Filipinas y de las Indias Orientales. Existe, además, la creencia popular de que se trata de una de las peores tormentas del año.

Durante el invierno no suelen ocurrir tormentas dado que, para su desarrollo, se requieren ciertas condiciones atmosféricas y energéticas que son más propias de la primavera y el verano. Sin embargo, al aproximarnos al equinoccio de primavera del Hemisferio Sur, el acercamiento paulatino de la Tierra al Sol aumenta la disponibilidad de energía del Sistema Climático Terrestre, produciéndose importantes cambios en la circulación atmosférica regional ya a fines de agosto. La presencia de aire cálido y húmedo proveniente del norte, sumado al aumento de la radiación solar sobre el suelo y a la frecuente entrada de perturbaciones sinópticas desde el oeste en niveles medios de la atmósfera, puede dar lugar a la aparición del fenómeno de tormenta al final del invierno, en fechas cercanas al 30 de agosto, día en que se celebra la festividad de Santa Rosa de Lima. Dichas perturbaciones se producen debido a que el polo sur se mantiene aún muy frío mientras que la mayor parte del país comienza a calentarse por la mayor entrada de energía solar. Si bien popularmente se espera que la tormenta de Santa Rosa sea más fuerte que cualquier otra, esto no tiene por qué ser así.

Vale la pena aclarar que la llamada “Tormenta de Santa Rosa” no se observa en todo el país. Excepto en el este y el centro del país, es difícil que se manifieste con actividad eléctrica. En el noroeste argentino, la extrema sequedad del aire en esta época del año hace prácticamente imposible la ocurrencia de actividad tormentosa.


La Leyenda:

Se remonta al año 1615, cuando en la ciudad peruana de Lima, "Ciudad de Los Reyes", una religiosa beata Rosa –Isabel Flores de Oliva, 1586/1617- encabezaba una rogativa desde una Iglesia, ante el posible desembarco de naves piratas holandesas que ya habían asaltado el puerto vecino de El Callao.
Sin previo aviso, una gran tormenta impidió que las embarcaciones se acercaran a tierra y así, la ciudad de Lima quedó a salvo.
Por ese motivo, los creyentes comenzaron a atribuir la presencia de la tormenta y la huida de los piratas al poder místico de Rosa.

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